Son muchos los niños que dejan de leer al abandonar sus estudios. Mientras fueron estudiantes, concibieron la lectura como un ejercicio obligatorio, a menudo desagradable, y no como una libre actividad que les proporcionaba placer. Se les enseñó la mecánica de la lectura, pero no se le enseñó su verdadera finalidad: poder adentrarse en el inagotable mundo de los libros durante toda su vida. Así que dejaron de leer.
Esto viene a cuento por los actuales planes de lectura que se lleva a cabo en los centros escolares. Una buena oportunidad, sin duda, para cambiar el sistema y buscar recursos para que la actividad lectora quede diferenciada de aquella que destila obligación y deber fatigoso. Cosa que, por desgracia, como estamos viendo, no siempre sucede. Seguimos cayendo en los mismos errores y seguimos con las pautas anteriores. No tenemos en cuenta que para promocionar la lectura se debe despertar la sensibilidad, la capacidad de sentir emociones y despertar deseos. Tampoco que hay niños que evolucionan rápidamente y otros con lentitud. La edad mental no siempre coincide con la biológica.
Esto viene a cuento por los actuales planes de lectura que se lleva a cabo en los centros escolares. Una buena oportunidad, sin duda, para cambiar el sistema y buscar recursos para que la actividad lectora quede diferenciada de aquella que destila obligación y deber fatigoso. Cosa que, por desgracia, como estamos viendo, no siempre sucede. Seguimos cayendo en los mismos errores y seguimos con las pautas anteriores. No tenemos en cuenta que para promocionar la lectura se debe despertar la sensibilidad, la capacidad de sentir emociones y despertar deseos. Tampoco que hay niños que evolucionan rápidamente y otros con lentitud. La edad mental no siempre coincide con la biológica.
Seguimos a pie juntillas los planes de estudio y la imposición de cumplir el programa marcado. Esto hace que, en ocasiones, el papel del profesor para motivar a sus alumnos hacia la lectura y el programa de estudio-trabajo que tienen los alumnos posibles lectores sea confuso y, a veces, contradictorio. Se mezcla la obligación del trabajo, del aprendizaje, con el placer de leer, y el resultado será el de la obligación. La lectura deja de ser libre y lúdica al pasar a la obligación de hacer una reseña o al deber de elaborar una ficha. El alumno tiene la sensación que será examinado con lo que se crea sentimientos y actitudes de rechazo, cuando, por el contrario, si se tiene la tranquilidad de no ser explorado la lectura será gustada y saboreada, con lo que se ganarán aficionados a la lectura.
Una forma de aprender que no resulta una experiencia apasionante ni para el alumno ni para el profesor, sino una obligación impuesta; cuanto más que el plan de lectura lo asume todo el profesorado y no todo el mundo siente la misma pasión por la lectura; principalmente cuando tiene que hacerse un registro de los avances del alumno, con lo que, probablemente, se limite a cubrir el expediente educativo.
El hábito de lectura es un aprendizaje de aproximación al libro, aprendizaje que no solamente consiste en aprender a leer, sino también a amar y disfrutar de la lectura.
VEGUEROS S..M. Leer agiliza la mente, alimenta las ideas y enriquece a las personas y nos hace más libres.-